divendres, 4 de setembre del 2009

Honduras - Ignacio Ramonet

Con inmenso gozo (1) recibieron la noticia del golpe de Estado en Honduras los grupos conservadores del mundo y sus propagandistas habituales (2). Aunque éstos criticaron retóricamente a los golpistas, repitiendo que “el Presidente Manuel Zelaya había incurrido en múltiples violaciones de la constitución al querer organizar un referéndum para mantener el poder (3).

Tales afirmaciones son falsas. El Presidente Zelaya no vulneró un solo artículo de la Constitución (4). Ni organizó ningún referéndum. Ni deseaba prolongar su mandato que termina el 27 de enero de 2010. Su intención era organizar una consulta no vinculante (es decir un simple sondeo o una encuesta de opinión), preguntándoles a los ciudadanos: “¿Está usted de acuerdo con que en las elecciones generales de noviembre de 2009 se instale una cuarta urna (5) para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que emita una nueva Constitución de la Republica?. O sea, se trataba de una pregunta sobre la eventualidad de hacer otra pregunta. Ningún artículo de la Constitución de Honduras le prohíbe al Presidente la posibilidad de consultar al pueblo soberano.

Es más, suponiendo que una mayoría de hondureños hubiesen contestado positivamente a esa demanda, la cuarta urna sólo se hubiese instalado el 29 de noviembre, día de la elección presidencial, a la cual -en virtud de la Constitución vigente – Manuel Zelaya no puede de ningún modo presentarse.

Entonces, ¿por qué se dio el golpe? Porque Honduras sigue siendo la “propiedad” de una quincena de familias acaudaladas que lo controlan todo: poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, principales recursos económicos, jerarquía de la Iglesia Católica, medios de comunicación y fuerzas armadas. La mayoría de sus gobiernos han sido tan corruptos y tan sumisos a los intereses de las empresas extranjeras que, para designar a Honduras, el humorista estadounidense O. Henry acuñó el término “Republica bananera” (6). En 1929, queriendo explicar lo fácil que era comprar a un congresista, Samuel Zamurray, alias “Banana Sam”, presidente de la Cuyamel Fruit, empresa rival de la United Fruit, afirmó: “Un diputado en Honduras cuesta menos que una mula”. Al final de los años 1980, el Presidente José Azcona del Hoyo, admitió el sometimiento de Honduras a la de Estados Unidos, confesando: “Un país tan pequeño como Honduras no puede permitirse el lujo de tener dignidad”. Y un grupo de empresarios llegó a proponer que pasara a convertirse en un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos, como Puerto Rico.

La relación económica con la gran potencia norteamericana es de dependencia casi absoluta. Hacia allá va el 70% de sus exportaciones (plátanos, café y azúcar); y de allí llegan unos 3.000 millones de dólares que envían a sus familias 800.000 hondureños emigrados. Y el capital principal (40%) de las fábricas maquilas (mano de obra barata) en zonas francas es estadounidense.

Hace 30 años, al vencer la revolución sandinista en Nicaragua, Washington decidió convertir Honduras en una base de portaviones para combatir a las guerrillas revolucionarias en Guatemala y El Salvador, y apoyar a la “Contra” antisandinista. Una de las primeras medidas consistió en implantar una “democracia controlada” en Honduras. En 1980, hubo por primera vez elecciones libres; fue elegido un año después Roberto Suazo Córdova, quien dio paso a una era siniestra de terror, escuadrones de la muerte, desapariciones y eliminaciones de activistas de izquierdas. En tales circunstancias se promulgo la Constitución de 1982, actualmente vigente.

Una Constitución redactada por los principales grupos económicos que desean mantener para siempre a su favor uno de los repartos de riqueza más inequitativos del mundo, con el 60% de los habitantes por debajo de la línea de pobreza y más de un tercio por debajo de la línea de la pobreza extrema.

Eso es lo que ha querido transformar el Presidente Manuel Zelaya. Perteneciente a una de las grandes familias latifundistas de Honduras y miembro del Partido Liberal, el mandatario trató de reducir las desigualdades. Aumentó el salario mínimo un 50%; detuvo la privatización de las empresas públicas (energía eléctrica, puertos, sistema de salud) y se pronunció a favor de una mayor participación ciudadana en las políticas públicas. Y esto, aun antes de acudir a Petrocaribe en 2007 y de integrarse al Alba (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) en 2008.

La poderosa oligarquía se escandalizo y trató a Zelaya de “traidor a su clase”. Aunque él afirma: “Yo pensé hacer los cambios desde dentro del esquema neoliberal. Pero los ricos no ceden un penique. Todo lo quieren para ellos. Entonces, lógicamente, para hacer cambios hay que incorporar al pueblo”.

El itinerario intelectual de Manuel Zelaya y su conversión a una concepción progresista de la sociedad son ejemplares. En el ejercicio del poder, constata que “el Estado burgués lo componen las elites económicas. Están en las cúpulas de los ejércitos, de los partidos, de los jueces; y este Estado burgués se siente vulnerado cuando yo empiezo a proponer que el pueblo tenga voz y voto” (8). Y viene a descubrir esta idea revolucionaria: “La pobreza no se acabará hasta que las leyes no las hagan los pobres (9).

Es mucho más de lo que pueden soportar los “dueños” de Honduras. Con el apoyo de viejos “halcones” estadounidenses (John Negroponte, Otto Reich) traman entonces el golpe del 28 de junio que ejecutan las Fuerzas Armadas. Todas los Gobiernos del mundo lo han condenado. Porque la época de los “gorilas” ya ha acabado. Y ha llegado la hora de los pueblos.

(1) “Con inmenso gozo” se titulaba el mensaje de Pío XII, el 16 abril de 1939, en el que se congratulaba por la victoria de Franco en la Guerra Civil de España.

(2) Mario Vargas Losa, “ El golpe de las burlas”. El País, 12 julio de 2009; Álvaro Vargas Llosa, “ Zelaya, el responsable del golpe”; CNN en español, 1 julio de 2009

(3) El País, 1 y 5 julio 2009

(4) Francisco Palacio Romeo, “Argumentos de derecho constitucional primario para una oligarquía golpista primaria”, Rebelión, 3 julio de 2009

(5) En las elecciones generales se colocan tres urnas: la primera para designar presidente, la segunda a los diputados y la tercera a los alcaldes.

(6) En su novela Cabbages and King, 1904

(7) El País, 28 junio de 2009

(8) El País, 28 junio de 2009

(9) El País, 28 junio de 2009

Escrito de Ignacio Ramonet, en el Nuevo Diario de Nicaragua, agosto 2009